El trabajo
colaborativo en el aula:
Si tuviéramos que
sintetizar las habilidades del siglo XXI podríamos decir que
éstas son: la alfabetización tecnológica, el pensamiento crítico y la colaboración.
En estos y en otros
ámbitos los cambios han sido tan rápidos y profundos, Inmersa en esta
situación cambiante está la escuela, una institución que no puede permanecer
ajena a esa realidad. Si el mundo está cambiando, la escuela no puede
permanecer estática; también está llamada a cambiar.
Esta es una
consideración muy amplia y general sobre hacia dónde debe moverse la escuela en
esta realidad cambiante. Más específicamente, considero que la escuela en los
albores del siglo XXI debe replantear sus concepciones, sus valores y sus
acciones, acciones en la que se centra el trabajo colaborativo, es decir, reducir la preeminencia de la enseñanza y del
maestro como transmisor de conocimientos, para centrarse más en los alumnos y
su aprendizaje. En este sentido, resaltamos lo apuntado por Feixas (2004) en el
sentido que no es necesario solamente cambiar el estilo docente, sino también
las “concepciones de los profesores sobre qué y cómo han de aprender los
estudiantes.” Romper con el aislamiento, el individualismo y la competencia tan
característicos entre los docentes, y apostar por el intercambio, la
compartición (de ideas, de recursos) y la crítica constructiva.
En el aula encontramos diversidad de maneras de actuar, pensar y
solucionar problemas, trabajando en colaboración los resultados de aprendizaje
serán más ricos, creativos y significativos.
En un grupo habrá estudiantes muy dinámicos, otros más pasivos, otros
más creativos, otros que motivan,etc.
No es
casualidad que diversos autores propugnen por hacer realidad el trabajo
colaborativo en las aulas y en los centros educativos.
Edith Litwin (2005)
nos habla de "nuevas formas de comunicación, nuevos estilos de trabajo,
nuevas maneras de acceder y de producir conocimiento".
La colaboración, como nuevo
estilo de trabajo y forma de producir conocimiento, implica
un abordaje colectivo en la resolución de problemas y requiere un enfoque
social del aprendizaje en el sentido de Vigotsky, aprender del otro y con el
otro. También Murduchowicz considera al trabajo cooperativo fundamental
para la resolución de cualquier problema en un clima de aula crítico y de
descubrimiento. (Murduchowicz y otros 2003).
El profesor, por su
parte, asume un rol particular, debe comunicar o consensuar con sus alumnos una
propuesta clara con objetivos precisos e invitar a la búsqueda de diferentes
formas de resolución de la consigna. Contribuir en la conformación de grupos y
distribución de roles, debe proveer recursos, guiar en la toma de
decisiones, y producciones, así como fomentar actitudes de trabajo en equipo y
compromiso con la tarea.
El trabajo
colaborativo favorece el desarrollo de habilidades tanto cognitivas como
sociales e interpersonales; Colaborar requiere de habilidades de trabajo en
equipo, escucha activa, productividad, liderazgo, distribución de roles y construcción
colectiva, así como actitudes de responsabilidad, flexibilidad, empatía e
integración. Potencia valores como la tolerancia, el respeto de otras formas de
hacer y de aprender, y fomenta el sentido de pertenencia, solidaridad,
responsabilidad social y comunidad, de forma tal que “juntando así
las vidas y los trabajos de varios, llegásemos todos juntos mucho más allá de
donde puede llegar uno en particular” (Descartes).
Nuestros alumnos deben aprender que el hombre no ha nacido para
estar aislado, sino para convivir con sus semejantes, el aula, es el mejor
escenario para vivenciar esto.